jueves, 9 de mayo de 2013

MARIATÓN 2013: “Con tu colaboración, cumplimos nuestra misión”




MARIATÓN 2013: “Con tu colaboración, cumplimos nuestra misión”




La gracia de Nuestro Señor Jesucristo, sea siempre con nosotros.
Querid@s herman@s:
Hay que cooperar para cambiar el mundo y poner los medios del Desarrollo al servicio de toda la Humanidad. La Mariatón se convierte en ese precioso espacio para vivir el altruismo y la solidaridad, uniéndonos en la gran tarea de “abrir la puerta de la fe” para todos.
En cuanto a la capacidad de compartir, existen cuatro tipos de personas:
Ø  El justo que habla: "Lo que es mío es mío; lo tuyo, tuyo".
Ø  El enamorado que exclama: "Lo que es mío es tuyo; lo tuyo es mío".
Ø  El egoísta que piensa: "Lo tuyo es mío; lo mío es mío".
Ø  El santo que actúa: "Lo que es mío es tuyo; lo tuyo, es tuyo".
Tenemos por tanto, la ocasión de santificarnos. Las obras importantes, las de mucho valor, están hechas a base de cientos y miles de detalles, puestos uno al lado del otro, tenazmente, pacientemente, minuto a minuto, hora a hora, año tras año... Millones y millones de gotas de agua se juntan para formar la incomprensible fortaleza del océano. Millones y millones de letras se entrelazan para formar las grandes obras literarias… así en la Mariatón miles, millones de corazones, haremos una Iglesia viva, una obra santa.
Solos no vamos a cambiar el mundo, pero hay que aportar lo que nos toca. Hacer lo que debemos hacer, trabajar con ilusión y cumplir con el deber aunque no se vean los resultados. Ser responsables y amables aunque los demás no lo sean. Ser coherentes con nosotros mismos.
El verdadero heroísmo no consiste en hacer obras extraordinarias, sino en vivir intensamente cada obra, acción y momento del día, como si fuera el único y el último, como si de ellos dependiera el destino de la humanidad.
Al levantarnos en la mañana, Dios ya colocó para nosotros un escenario maravilloso para vivir un día de plenitud: ahí está el estallido de los colores en el amanecer, los cantos de los pájaros, la firmeza de los árboles, la sonrisa de las flores, el olor del café, el aire que ensancha tus pulmones, el don gratuito de la vida y de las personas que te rodean… Todo nos brinda generosamente. Todo lo pone a nuestro servicio para que sirvamos. 

 
Decía Teresa de Calcuta: “A los niños y a los pobres, a todos los que sufren y están solos, bríndales siempre una sonrisa alegre. No les brindes sólo tus cuidados, bríndales también tu corazón. Tal vez no podamos dar mucho, pero siempre podemos brindar la alegría que brota de un corazón lleno de amor”. Un saludo cariñoso, una palabra de aliento, una sonrisa, un abrazo…, una colaboración a tiempo, pueden cambiar una vida.
Jesús se hizo hombre para recordarnos, con su palabra y con su ejemplo, que lo importante es el servicio, la generosidad, el amor. De ahí que su mandamiento principal, el distintivo de sus seguidores sea el amor práctico, el que cura las enfermedades, calma el hambre, ofrece el corazón…
Importante es la fortaleza, la sabiduría, el fervor religioso, pero de nada valen sin caridad o sin solidaridad. La propia oración no tiene sentido si no me ayuda a ser mejor, si de ella no salgo dispuesto a derramarme sobre los demás. Tenemos que ser como el manantial, que no guarda para sí su caudal, si no que se derrama dando vida. Y lo hace con alegría, cantando. Si guardara para sí su agua, se pudriría y se le morirían las canciones.
Cuanto más amor demos, más nos llenaremos de amor. El único modo de llenarnos de amor es dándolo. Todo lo que damos a los demás, termina volviendo a nosotros. Porque sólo lo que se comparte Dios lo multiplica, y se debe dar con alegría, pues Dios ama al dador alegre.
Compasión viene de compartir: participar de la misma pasión, del mismo sufrimiento. Vive y enseña a vivir la vida como don para los demás. Recuerda: “En todo amar y servir”.
Recordemos el bellísimo poema de Gabriela Mistral:
Toda la naturaleza es un anhelo de servicio.
Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú;
donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú;
donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú.


Sé el que apartó la piedra del camino,
el odio de los corazones,
y las dificultades del problema.
Hay alegría de ser sano y de ser justo;
pero hay sobre todo,
la hermosa alegría de servir.
Qué triste sería el mundo
si todo en él estuviera ya hecho,
si no hubiera un rosal que plantar,
una empresa que emprender...
Pero no caigas en el error
de pensar que sólo se hace mérito con los grandes trabajos;
hay pequeños servicios que son buenos servicios:
adornar una mesa, ordenar unos libros, peinar una niña.
Aquel es el que critica;
ese es el que destruye.
Tú sé el que sirve.
El servir no es tarea de seres inferiores.
Dios, que da el fruto y la luz, sirve.
Pudiera llamarse así: EL QUE SIRVE.
Y tiene ojos fijos en nuestras manos y nos pregunta cada día:
¿Serviste hoy? ¿A quién?
¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?
Dios nos dio generosamente todo a todos. El, como padre bueno, quiere que vivamos todos como hermanos, ayudándonos unos a otros, poniendo en común, para disfrute de todos, los talentos que Él nos dio.
Dice el bello poema de Charles Thomson: 


No puedes rezar el Padrenuestro
y seguir diciendo “yo...”
No puedes rezar el Padrenuestro
y seguir diciendo “mi...”
No puedes rezar el Padrenuestro,
sin rezar por los demás.
Porque, cuando pides el pan de cada día
tienes que incluir a tu hermano.
Porque los demás están incluidos en cada petición.
Desde el comienzo al fin,
El Señor nunca dice “mi...” o “yo...”
Señor, Señor, Tú antes, Tú después,
Tú en la inmensa hondura del vacío y en la hondura interior:
Si la ciencia engreída no te ve, yo te veo;
si sus labios te niegan, yo te proclamaré.
Por cada hombre que duda, mi alma grita: “Yo creo”.
Y con cada fe muerta, se agiganta mi fe.
La oración que agrada a Dios, es la que brota de un corazón sincero e impulsa a ser cada día mejor. Una oración que se traduce en obras.
Orar y no comprometerse en el servicio al hermano es sólo un diálogo narcisista con uno mismo. De la oración, si es sincera, debemos salir fortalecidos, más comprensivos, más buenos, más serviciales.
Orar implica el compromiso de vivir de acuerdo a la oración. De poco o nada sirve pedir por los pobres, por las familias, si no hacemos nada por ellos, si no velamos por sus necesidades y nos comprometemos a remediarlas.
Recuerdo a aquel hombre que, al ver la miseria de los niños de la calle, las necesidades de los mendigos, los tormentos y dolores de tantas personas inocentes, levantó un día los puños al cielo y retó a Dios diciendo: “¡Cómo puedes ser tan cruel! ¡Cómo es posible que no hagas nada ante tanto sufrimiento!”. De pronto, se abrieron los cielos y bajó de ellos la respuesta a su queja  “¡Cómo puedes decir que no hago nada. Te he hecho a ti”. 

Sí, Dios nos ha hecho a nosotros, para ser instrumentos de su amor y de su gracia. Que en la Mariatón Dios haga una vez más brillar su rostro sobre nosotros, que María, Madre del Señor Resucitado y Madre nuestra nos colme de bendiciones, recordándonos siempre su pequeño gran consejo: “Hagan lo que él les diga”, sin olvidar que “Dios ama al que da con alegría”.
¡Abundantes bendiciones en la Mariatón 2013!

P. Marco Bayas O. CM


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