MARIATÓN 2013: “Con tu colaboración, cumplimos nuestra misión”
La gracia de Nuestro Señor Jesucristo, sea siempre
con nosotros.
Querid@s herman@s:
Hay que cooperar para cambiar el mundo y poner los
medios del Desarrollo al servicio de toda la Humanidad. La Mariatón se
convierte en ese precioso espacio para vivir el altruismo y la solidaridad,
uniéndonos en la gran tarea de “abrir la
puerta de la fe” para todos.
En cuanto a la capacidad de compartir, existen
cuatro tipos de personas:
Ø
El
justo que habla: "Lo que es mío es
mío; lo tuyo, tuyo".
Ø
El
enamorado que exclama: "Lo que es
mío es tuyo; lo tuyo es mío".
Ø
El
egoísta que piensa: "Lo tuyo es mío;
lo mío es mío".
Ø
El
santo que actúa: "Lo que es mío es
tuyo; lo tuyo, es tuyo".
Tenemos por tanto, la
ocasión de santificarnos. Las obras importantes, las de mucho valor, están
hechas a base de cientos y miles de detalles, puestos uno al lado del otro,
tenazmente, pacientemente, minuto a minuto, hora a hora, año tras año... Millones
y millones de gotas de agua se juntan para formar la incomprensible fortaleza
del océano. Millones y millones de letras se entrelazan para formar las grandes
obras literarias… así en la Mariatón miles, millones de corazones, haremos una
Iglesia viva, una obra santa.
Solos no vamos a cambiar
el mundo, pero hay que aportar lo que nos toca. Hacer lo que debemos hacer,
trabajar con ilusión y cumplir con el deber aunque no se vean los resultados.
Ser responsables y amables aunque los demás no lo sean. Ser coherentes con
nosotros mismos.
El verdadero heroísmo
no consiste en hacer obras extraordinarias, sino en vivir intensamente cada
obra, acción y momento del día, como si fuera el único y el último, como si de
ellos dependiera el destino de la humanidad.
Al levantarnos en la
mañana, Dios ya colocó para nosotros un escenario maravilloso para vivir un día
de plenitud: ahí está el estallido de los colores en el amanecer, los cantos de
los pájaros, la firmeza de los árboles, la sonrisa de las flores, el olor del
café, el aire que ensancha tus pulmones, el don gratuito de la vida y de las
personas que te rodean… Todo nos brinda generosamente. Todo lo pone a nuestro
servicio para que sirvamos.
Decía Teresa de
Calcuta: “A los niños y a los pobres, a
todos los que sufren y están solos, bríndales siempre una sonrisa alegre. No
les brindes sólo tus cuidados, bríndales también tu corazón. Tal vez no podamos
dar mucho, pero siempre podemos brindar la alegría que brota de un corazón
lleno de amor”. Un saludo cariñoso, una palabra de aliento, una sonrisa, un
abrazo…, una colaboración a tiempo, pueden cambiar una vida.
Jesús se hizo hombre
para recordarnos, con su palabra y con su ejemplo, que lo importante es el
servicio, la generosidad, el amor. De ahí que su mandamiento principal, el distintivo
de sus seguidores sea el amor práctico, el que cura las enfermedades, calma el
hambre, ofrece el corazón…
Importante es la
fortaleza, la sabiduría, el fervor religioso, pero de nada valen sin caridad o
sin solidaridad. La propia oración no tiene sentido si no me ayuda a ser mejor,
si de ella no salgo dispuesto a derramarme sobre los demás. Tenemos que ser
como el manantial, que no guarda para sí su caudal, si no que se derrama dando
vida. Y lo hace con alegría, cantando. Si guardara para sí su agua, se pudriría
y se le morirían las canciones.
Cuanto más amor demos,
más nos llenaremos de amor. El único modo de llenarnos de amor es dándolo. Todo
lo que damos a los demás, termina volviendo a nosotros. Porque sólo lo que se
comparte Dios lo multiplica, y se debe dar con alegría, pues Dios ama al dador
alegre.
Compasión viene de
compartir: participar de la misma pasión, del mismo sufrimiento. Vive y enseña
a vivir la vida como don para los demás. Recuerda: “En todo amar y servir”.
Recordemos el bellísimo
poema de Gabriela Mistral:
Toda la naturaleza es un anhelo de
servicio.
Sirve la nube, sirve el viento,
sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar,
plántalo tú;
donde haya un error que enmendar,
enmiéndalo tú;
donde haya un esfuerzo que todos
esquivan, acéptalo tú.
Sé el que apartó la piedra del
camino,
el odio de los
corazones,
y las dificultades del problema.
Hay alegría de ser sano y de ser
justo;
pero hay sobre todo,
la hermosa alegría de servir.
Qué triste sería el mundo
si todo en él estuviera ya hecho,
si no hubiera un rosal que plantar,
una empresa que emprender...
Pero no caigas en el error
de pensar que sólo se hace mérito
con los grandes trabajos;
hay pequeños servicios que son
buenos servicios:
adornar una mesa, ordenar unos
libros, peinar una niña.
Aquel es el que critica;
ese es el que destruye.
Tú sé el que sirve.
El servir no es tarea de seres
inferiores.
Dios, que da el fruto y la luz,
sirve.
Pudiera llamarse así: EL QUE SIRVE.
Y tiene ojos fijos en nuestras
manos y nos pregunta cada día:
¿Serviste hoy? ¿A quién?
¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?
Dios nos dio
generosamente todo a todos. El, como padre bueno, quiere que vivamos todos como
hermanos, ayudándonos unos a otros, poniendo en común, para disfrute de todos,
los talentos que Él nos dio.
Dice el bello poema de
Charles Thomson:
No puedes rezar
el Padrenuestro
y seguir diciendo “yo...”
No puedes rezar el Padrenuestro
y seguir diciendo “mi...”
No puedes rezar el Padrenuestro,
sin rezar por los demás.
Porque, cuando pides el pan de cada
día
tienes que incluir a tu hermano.
Porque los demás están incluidos en
cada petición.
Desde el comienzo al fin,
El Señor nunca dice “mi...” o
“yo...”
Señor, Señor, Tú antes, Tú después,
Tú en la inmensa hondura del vacío
y en la hondura interior:
Si la ciencia engreída no te ve, yo
te veo;
si sus labios te niegan, yo te
proclamaré.
Por cada hombre que duda, mi alma
grita: “Yo creo”.
Y con cada fe muerta, se agiganta
mi fe.
La oración que agrada a
Dios, es la que brota de un corazón sincero e impulsa a ser cada día mejor. Una
oración que se traduce en obras.
Orar y no comprometerse
en el servicio al hermano es sólo un diálogo narcisista con uno mismo. De la
oración, si es sincera, debemos salir fortalecidos, más comprensivos, más
buenos, más serviciales.
Orar implica el
compromiso de vivir de acuerdo a la oración. De poco o nada sirve pedir por los
pobres, por las familias, si no hacemos nada por ellos, si no velamos por sus
necesidades y nos comprometemos a remediarlas.
Recuerdo a aquel hombre
que, al ver la miseria de los niños de la calle, las necesidades de los
mendigos, los tormentos y dolores de tantas personas inocentes, levantó un día
los puños al cielo y retó a Dios diciendo: “¡Cómo puedes ser tan cruel! ¡Cómo es
posible que no hagas nada ante tanto sufrimiento!”. De pronto, se
abrieron los cielos y bajó de ellos la respuesta a su queja “¡Cómo puedes decir que no hago nada. Te
he hecho a ti”.
Sí, Dios nos ha hecho a nosotros, para ser
instrumentos de su amor y de su gracia. Que en la Mariatón Dios haga una vez
más brillar su rostro sobre nosotros, que María, Madre del Señor Resucitado y
Madre nuestra nos colme de bendiciones, recordándonos siempre su pequeño gran
consejo: “Hagan lo que él les diga”, sin olvidar que “Dios
ama al que da con alegría”.
¡Abundantes bendiciones en la Mariatón
2013!
P. Marco Bayas O. CM
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