
La Exhortación Apostólica, “Amoris Laetitia”, es un documento eclesial que todos estábamos esperando. Le habla de una manera exhortativa a la familia de hoy, que necesita momento a momento reanudar la relación de pareja en el “amor de Cristo”, pues es desde ese estilo de amar que se puede construir “sacramento” en el vida de una pareja.
El Papa abre
este documento citando algunos pasajes bíblicos, para mostrarnos cómo “La
Familia” ha estado y sigue estando presente en el corazón de Dios. La Familia
toma valor en lo “Divino”. Lo vemos a lo largo de las Sagradas Escrituras en un
sin número de testimonios de vida, familias al servicio del plan creador de
Dios, tan sólo pensemos en la misma Familia de Nazaret. Esto nos lleva a pensar
que Dios se ha valido y sigue valiéndose de las pequeñas comunidades domésticas,
para continuar construyendo vidas humanas.
A partir de este
criterio fundamental y la situación en la que se encuentra la familia hoy, el
Papa Francisco nos invita en el segundo capítulo, a entender a la familia como
un verdadero llamado vocacional que nos ha hecho Dios. Es necesario previamente
aprender a discernir y construir en pareja.
Para esta vida en
pareja, el amor juega un papel fundamental, sin ese amor Divino no se puede
hablar de sacramento. En el capítulo cuarto el Papa hace una exégesis del
capítulo 13 de primera Corintios, que estamos llamados a leer y releer
detenidamente, y que entusiasma espiritualmente a las parejas a amarse desde
Cristo.
Y es
precisamente ese amor cristiano que hace y permite la “fecundidad” en la vida
matrimonial, pues un amor que no es fecundo se vuelve estéril, y el amor de
Cristo produce vida. No sólo se refiere a la capacidad de traer hijos al mundo,
sino también que construir un proyecto de pareja exige constantemente que ese
estilo de amar sea fecundo, produzca vida y no muerte.
El hablar de la
educación de los hijos exige que ese amor esté vivo en el hogar, y que sea el
principal pedagogo del mismo. La verdadera familia no se construye sobre nuestras
ideas o filosofías irrefutables, sino sobre el amor de Cristo, como bien lo
expresa Francisco en el documento.
Frente a todo
este desafío de la familia hoy, nosotros como Iglesia (pastores, sacerdotes,
religiosas, agentes pastorales, laicos comprometidos, etc.), no podemos
quedarnos con las manos cruzadas o simplemente refutando todo lo que este
documento propone. Nos urge en comunión con la misma Iglesia, el Papa, buscar
caminos pastorales de reconciliación que nos conduzcan a mantener, defender y
salvar a la familia, tan golpeada por esta “post – modernidad” que la amenaza hoy
en día.
Nos urge brindar
esperanza a tantas familias, parejas en dificultad o en situaciones irregulares,
que hemos marginado de la comunión eclesial, sin brindarles soluciones o
esperanzas; muchas de ellas soportando el dolor, quizás a raíz de nuestras
propias condenas, otras sumergidas en la indiferencia, otras en credos
religiosos donde les brindaron un espacio.
Nos urge aprender
a discernir, acompañar y reconciliar toda la fragilidad humana que necesitamos
salvar para el Reino de los Cielos. La Familia, como bien nos exhorta y nos
anima el Papa Francisco en este bellísimo documento, es y tiene que seguir
siendo una prioridad pastoral en cada una de nuestras parroquias. Buscando la
oveja perdida o que hemos dejado que se pierda. Estamos llamados a aprender a
escuchar el dolor de quien sufre, sin juzgar ni condenar.
Apoyemos toda esa
propuesta pastoral que se nos propone en “Amoris Laetitia” que fue el resultado
de todo un trabajo arduo, de un pre y post Sínodo dedicado a “La Familia”, y
que el obispo de Roma, el Papa Francisco, nos lo regaló en este precioso
documento. Tratemos de estudiarlo, reflexionarlo y meditarlo en familia, en
parroquia, en nuestros diversos grupos laicales, en nuestras diversas
instituciones religiosas, etc.
La familia es y
sigue siendo prioridad para la Iglesia Universal.
P. Néstor Iván
Bedoya Martínez
Sociedad de San
Pablo
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