Noticia Cortesía de: Mgs. Verónica Altamirano B. - RR.PP - VIA Comunicaciones Universidad Técnica Particular de Loja, UTPL.
El
acto de premiación se realizó en Roma, en la Embajada de España ante la Santa Sede, con el especial patrocinio del Pontificio Consejo
de la Cultura, presidido por el Cardenal Antonio Cañizares Llovera, prefecto de
la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, además
presidente del Comité de Honor de la presente edición del Premio.
La
ecuatoriana Yhamile Narváez Cárdenas, de Tulcán y profesora de Lengua y
Literatura, resultó ganadora del XXXIIa
Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística, con
el poemario: “Entre los pucheros”. Narváez fue escogida de entre 13 finalistas
procedentes de España, Italia, Estados Unidos, Cuba, Ecuador y Argentina.
Tras
la proclamación de la obra ganadora, por el Secretario Permanente del Premio,
el Presidente de la Fundación Fernando Rielo, Padre Jesús Fernández Hernández,
hizo la entrega del Premio.
El
jurado de la presente edición estuvo compuesto por: Jesús Fernández Hernández,
presidente de la Fundación Fernando Rielo y del jurado; Arnaldo
Colasanti, poeta y crítico literario; Manuel José Ramos Ortega, novelista,
crítico, ensayista y académico de número de la Real Academia Hispanoamericana
de Ciencias, Artes y Letras de Cádiz; David G. Murray, traductor, crítico y
especialista en filología inglesa; José María López Sevillano, crítico
literario y secretario permanente del Premio.
La
obra ganadora “Entre los pucheros”, de la poetisa ecuatoriana Yhamile Bettsy
Narváez Cárdenas, es, a juicio del Jurado, “un himno de alabanza al Creador,
sincero, delicado, transparente, a golpes de sencillez y de ternura. Posa su
contemplación en gestos, 0palabras, actitudes, detalles cotidianos de la vida
familiar, del trabajo, donde la presencia divina se sacramenta “para divinizar
lo más sencillo de la vida”; en todo está la presencia de Dios, con quien
dialoga afectuosa y confiadamente haciendo de la rutina cotidiana una vida
refrescante y sugestiva, descubriéndonos detalles de místico sentir que no
alcanza a ver el ojo normal. Hay enorme sencillez, tanto en la expresión como
en la forma de palpar la presencia divina dando como resultado una poesía de
esperanza, de luz y de esplendor, esbozando siempre aquella “sonrisa que nos da
razones de seguir” y, sobre todo, “razones de amar”. A decir del Jurado,
Yhamile Narváez, su autora, escribe poesía mística.
Además
del juicio sobre la obra ganadora, se destaca el alto nivel de calidad de os
participantes, lo que confirma el elevado número de finalistas (13,
procedentes de 6 países).
ENTRE
LOS PUCHEROS
La noche no termina de bostezar
con su largo, larguísimo cansancio apretujado.
Arriba, sobre la luz parásita de la ciudad,
brillan las constelaciones
como un libro de cuentos
que no cierras nunca.
Pero yo tengo que levantarme.
Los primeros gorriones te agradecen
que los preservaras de la helada,
y los mirlos se saludan con chillidos.
Tengo que levantarme.
La madrugada es un animal abrupto
con puntas finísimas de frío
y se estira junto a estos cristales
sin ganas de irse.
Tengo que levantarme
Tú me esperas.
Los colibríes tosen y empiezan su trabajo,
el ruido de las máquinas los ahoga.
Entre el vapor del agua que empieza a hervir
y los panes del desayuno, pienso,
no ha crecido el día lo suficiente
y Tú ya lo tienes todo listo:
el sol que ha de calentarnos,
la sonrisa que nos dará razones de seguir,
la lluvia con su danza de miles de ajorcas de cristal,
el amor nos dará razones de amar,
la aventura de vivir en tu Presencia.
Por eso vengo todavía sin calzarme,
antes de los ruidos del día
para decirte:
Aquí
me tienes.
Yo quiero ofrecerte hoy otra vez mi
vida.
y decirte una y otra vez;
Hágase en mí, según como tú quieres.
ya
parecía que íba a desprenderce
y en
efecto, apenas entró en su ojal,
c
a
y
ó
(cinco
minutos antes que llegara el transporte
el primer botón de la chaqueta)
la
abuela
Mil
botones de experiencia más que yo
Buscó -exenta de la prisa y la rabia-
Hilo,
aguja y botón.
Y
amorosamente lo devolvió a su lugar
(mejor
pegado que los otros
como
nuevo)
Yo
también soy un botón
A punto de arrancarme.
Yo
también, con una hilacha
Me sostengo en la aventura de la fe.
Antes
que la hilacha ceda
Y
c
a
i
g
a,
Te
pido:
Cóseme
a tu Corazón con hilos fuertes
Para
que no me pierda.
Y si esta
hilacha,
al
fin,
se reventara,
pégame
a tu Corazón,
con
hilos fuertes
de
gracia y de ternura:
una y
otra vez.
Es un
pobre gato viejo
Algo
así como un peluche que pasó de moda
Lo
rescatamos un poco por pena
Y
otro por curiosidad
Lo
quisimos después:
Su
petulancia necia
Sus
trastadas.
Su necesidad
de hacerse querer.
No ha
ofrecido nada
Reclama
su alimento con voz ronca
No ha
ofrecido fidelidad
Ni
siquiera afecto.
Es
libre, lo sabe
No
necesitamos decírselo.
En el
estudio frío
En
las noches de lluvia
Entre
los libros
Dona
el humilde calor de su cuerpo
Y
hace compañía
(una
compañía de garras afiladas)
Y una
charla de monosílabos
que
asiente o discrepa sin violencia
(¿Qué
más puede ofrecer un viejo gato maltratado?)
Ese
gato, Señor, soy yo
Rescatada
por amor
A
pesar de mi soberbia y mis trastadas
Amada
en mi necesidad de amar
Pedigüeña
de oficio
Compañía
de garras afiladas.
Hoy
al pie de la cruz, quiero entregarte
El
calor de mis manos
El
ritmo de mis pasos
Mis
palabras
Mis
lágrimas
Mi
vida
Mi
libertad
Para
Tí
Otra
vez.
El acto concluyó con un
concierto de violín en el que se interpretó la Sonata n°5 en Mi Menor de
Jean Marie LECLAIR, y el Duo n°2 en Re Mayor de Luigi Boccherini, interpretados
por Marco Fiorini y Biancamaria Rapaccini.
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